Sin Refugio

Alondra de mi casa ríete mucho/que es la risa en tus ojos la luz del mundo/Ríete tanto, que mi alma al oírte bata el espacio/Tu risa me hace libre, me pone alas/ Soledades me quita, cárcel me arranca/Boca que vuela, corazón que en tus ojos relampaguea/Es tu risa la espada más victoriosa/ vencedor de las flores y las alondras/ Rival del sol/Porvenir de mis huesos y de mi amor. (Miguel Hernández)

Mi foto
Nombre:
Lugar: Santiago, Chile

lunes, enero 29, 2007

CARTA ABIERTA A LAS AMIGAS Y AMIGOS CHILENOS/AS DE LO AJENO

Esta carta la envió Alberto, la publico para hacer público mi apoyo a la causa... siempre me avergoncé de que, al saquear Perú nos hayamos traído hasta las estatuas (con suerte no nos robamos los maceteros). Botín de guerra le llaman algunos: yo le llamo verguenza nacional... y con gente de esa "calaña" están adornados nuestros emblemas patrios. Los héroes son otros (en Chile al parecer la mayoría anónim@s).


Sra. Paulina Urrutia,
Ministra de Cultura del Gobierno de Chile
Sra. Nivia Palma,
Directora de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile
Muy estimables,
Quiere el azar de los des/encuentros que este envío se dirija de entrada a ustedes, distinguida exponente de las artes escénicas la una y distinguida autoridad de la gestión del patrimonio cultural la otra. Pues de escena vamos a hablar. Un poco. Y de patrimonio. Meridianamente: de la escena de una sustracción patrimonial, de un robo de padre y señor nuestro, cultural, histórico. Y de impunidad, faltaba más, de un olvido político-culturalmente por años sostenido. No será esta vez de “la carta robada” que hablaremos (no exactamente), sino del libro y de la lectura, de los miles de libros y manuscritos sustraídos por el Gobierno de Chile desde la Biblioteca Nacional del Perú y que aún permanecen a modo de secuestro permanente en vuestras manos en tanto responsables de la instituciones que encabezan.
Durante el año que recién pasó el Gobierno chileno dio variados testimonios de su voluntad de co-operar con su homólogo peruano. La performance de la presidenta Michelle Bachelet cantando a voz en cuello y de memoria el Himno Nacional peruano en la asunción de mando del presidente Alan García fue para muchos casi una escena fuera de escena (de protocolo) y a la vez una muestra de cuán íntimamente entretejidas están las historias de peruanos/as y chilenos/as (según indicara ella misma, la presidenta se sabía de memoria el himno peruano porque su madre, que había vivido en el Perú, se lo cantaba a menudo de niña, casi un canto de cuna). Por su parte el Ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Foxley, al momento de firmar un nuevo Tratado de Comercio con la Ministra peruana Mercedes Araos, declaró sin ambages y en nombre de ambos países: “Chile y Perú queremos proyectarnos integrados hacia el resto del mundo”. Asimismo, el Premio Pablo Neruda de Poesía, que otorga el Gobierno chileno a un/a escritor/a latinoamericano/a relevante, lo recibió esta vez el poeta peruano Carlos Germán Belli de manos de la presidenta Bachelet, y, a más abundamiento, la Feria del Libro de Santiago también tuvo como país invitado al Perú. Incluso ChilePoesía, que no es un organismo estatal o de gobierno (sino una instancia de “gerencia cultural privada” según expresa su texto constitutivo, donde explicita también como su “objetivo” primero el “potenciar” la poesía chilena en función de fortalecer “la imagen de país”), se ha alineado en la misma dirección al hacer del “Perú” el invitado especial para su versión 2007.
Mientras tanto los libros y manuscritos robados en Lima en esa guerra de conquista territorial que fuera la tan tristemente célebre Guerra del Pacífico siguen sin ser devueltos y, hoy como ayer, tras la paletada: nadie dice nada. No se inquieten: no seremos nosotros/as, abajo firmantes, quienes alcemos de golpe la voz en escena (¿pues como no sustraernos hoy a la escena?). Escuchemos más bien de entrada al rector de la Universidad de Chile que, muy a su pesar, le tocó en su momento clasificar tal alucinógena quitada. En su libro Mis viajes, Ignacio Domeyko lamenta que un decreto gubernamental le encomendara clasificar el botín arrebatado a la Biblioteca de Lima. Califica tal misión como "la más desagradable y antipática” pues le recordaba “lo que habían hecho los rusos con muchas bibliotecas y colecciones de la Universidad de Vilna” [en Polonia, su patria natal; hoy ciudad lituana] en indica que habían llegado "la mitad de los libros que, de acuerdo a informes fidedignos, poseía la ciudad de Lima". Antecalando muy bien la aberración en curso, quiso dejar un minucioso inventario de los objetos traídos, exigiendo que fuera publicado por el Gobierno chileno "para que se viera el poco provecho que aportó al país ese robo y cuánto contribuirá para excitar animosidades entre dos naciones hermanas".
Entre el lunes 22 y el miércoles 24 de agosto de 1881, en efecto, el Diario Oficial de Chile publicó — con el título de Lista de libros traídos de Perú — un informe de 16 páginas enviado por Domeyko al ministro de Educación de la época, con los libros y objetos de ciencia robados en Lima. Lo más valioso eran — según él — "los más de 10 mil volúmenes", muchos de ellos valiosos incunables de los siglos XV, XVI y XVII. ¿Puede haber mayor descaro que certificar en el “Diario Oficial” de un país el patrimonio cultural (ajeno) sus/traído? ¿O francamente el robo es parte de la cultura? (Sí, cómo no, decir antropológico; no y más bien no, decir del Arte; como decía un aviso en un supermercado de Estocolmo hastiado del ‘robo hormiga’ de tanto chileno patiperro y/o exiliado: “Si ve a un chileno robando, déjelo; es parte de su cultura”). ¿No son por demás los países supuestamente más “civilizados” o “cultos” los más amigos de lo ajeno — una visita al Louvre, al Prado o al British Museum no bastaría? En cualquier caso: robos hay y robos, apropiaciones ilegítimas y otras apropiaciones. Entre Neruda “robándole” algunos versículos a Tagore (como buen discípulo de Rimbaud que fuera) y el saqueo de la Biblioteca Nacional de Lima por el ejército de ocupación chileno hay más de una disyunción, más de un abismo. ¿O no?
Este “crimen de lesa civilización” (hoy diríamos acaso lesa cultura) como lo llamara en su momento Manuel de Odriozola, erudito y bibliotecario peruano a cargo de la Biblioteca saqueada, concordamos, no ha de eternizarse. ¿Pues qué le cabe a un Ministerio de Cultura y a una Dirección de Archivos, Biblioteca y Museos si de facto o por omisión avalan, o persisten en avalar, tal secuestro permanente? Su propia “esencia” en tanto instituciones culturales se vería de raíz aniquilada.
Hace un par de años, el entonces Ministro de Educación de de Chile, Sergio Bitar, dio a entender a la prensa que se había creado una comisión para evaluar el estado y cantidad de libros robados, en vistas a devolverlos a Lima. ¿Qué hay de tal comisión? ¿Existe — aún? ¿No es hora de darle (un poco de) urgencia a la responsabilidad no sólo de devolver el patrimonio sustraído sino también de reparar en parte o al menos efectuar un desagravio en forma al pueblo peruano? Cierto: no hay restitución, lo que se llama restitución (íntegra, equivalente), posible, nunca la hubo: no sólo porque mucho de lo robado se encuentra probablemente para siempre destruido o perdido sino también porque nadie podría evaluar lo que dicha sustracción y/o falta habrá significado para escritores/as, estudiosos/as y estudiantes del Perú durante más de un siglo. Pero si nadie puede retrotraer el reloj al siglo XIX, si la máquina del tiempo como la maquinaria bélica deja entrever sus discontinuidades y fisuras, sí es posible responder (y, mayormente, las instituciones públicas herederas de aquellas instituciones republicanas del siglo XIX) de la escena de saqueo por décadas en Chile y por el gobierno de Chile obliterada. ¡Manos a la obra!
La obra se llamaría entonces El pago (de Chile), o El desagravio, o simplemente Libros de vuelto en el jirón Arica. O incluso algo más revuelto que no acaba de nombrarse a sí mismo.
La escena se abre y se cierra sobre la cubierta del Huáscar,
en la Base Naval de Talcahuano.
Alguien entra y habla en nombre de Chile (estamos aún en la representación; “política” chilena o “poesía” chilena, da igual), y si hablo en nombre de Chile, dice, respondo también de su sustracción, la de Chile. Del secuestro por cuánto tiempo permanente. De los corpus desaparecidos. Y responde, cómo no. Y aun da detalles. Y convoca a las instituciones culturales que puedan tener información relevante para que la entreguen. ¡Carajo! (Con perdón, no [me] pidas perdón en este trance, co-lector/a: disculpar/te sería aquí acaso el mejor modo de olvidar tranquilamente el robo, agravando de paso el crimen de “lesa civilización”; otra cosa es la responsabilidad, el teatro cruel de la responsabilidad — cruoté antes que crueldad sin más, lo crudo (crudes) o no aún cocinado de/por “la vida” misma, estos es, anterior a la separación polar (automática) entre vida y muerte — lo que ocurre). Quien habla devuelve (vomita) un cuerpo ajeno en el propio, lengua o habla; lo hace una y otra vez. ¡Ya está! (No tan rápido: luego acaso vengan las demandas e indemnizaciones por daños y perjuicios, el juicio en su finitud infinito, etc.). Alguien se tira al agua, abandona la escena (Nota: al final no ha de quedar muy claro si se trata de un pasaje a otra escena o si entramos a un intermedio o es el fin de la obra, su puesta en escena).
¿La puesta en escena ha de seguir siendo portaliana, con todo, tan austera? ¿O algo más tropical (¿rapa nui?) — sin por ello ser enteramente bullanguera? ¿O bullanguera sí, pero en el Callao antes que en Torre Tagle o la alcaldía de Lima? ¿Cómo gestionar culturalmente la puesta en escena (si como A. Artaud decía poco más o menos la mise en scène [a pronunciar: miss and zen] es todo, o casi todo en su crudeza, el punto no es sólo retórico, se entendiera)? ¿Tal vez en la inauguración de un Centro Intercultural Indoafrolatinoamericano en Concepción, Iquique, Santiago, Puerto Montt o Arica — tal inaudito regalo no sólo al Perú sino a todos es[t]os expoliados pagos? ¿Pues cómo una política cultural como una patrimonial, y aun una obra o un poema como tal, pudiera desentenderse sin más de sus tan propios como ajenos pagos & querencias? ¿O es que una obra que aún habla en nombre de Chile, que represente o aún busque representar a Chile, pero que a la vez pretenda ser responsable consigo mismo como con alter, tarde o temprano desemboca en las fronteras de lo francamente ir/representable? ¿Adiós “teatro chileno”, adiós “poesía chilena” (o “peruana” o “boliviana”, para el caso — da igual) y de paso también adiós “ChilePoesía” como “ChileCompra” como “ChileDeportes” como toda imagen de país, dice usted? Tal vez. Y tal vez: la puesta en escena, excediendo esta vez imagen como figuración mas no enteramente toda tropicidad, apuesta hoy a la apuesta — mesdames, monsieurs, The jeux sont faits:

¡Y no! ¡No! ¡No! ¡Qué ardid, ni paramento!
Congoja, sí, con sí firme y frenético,
coriáceo, rapaz, quiere y no quiere, cielo y pájaro;
congoja, sí, con toda la bragueta.
Contienda entre dos llantos, robo de una sola ventura,
vía indolora en que padezco en chanclos
de la velocidad de andar a ciegas.
César Vallejo, Poemas Humanos.[1]


[1] Sabido es: acusado injustamente de robo e incendio, César Vallejo pasó tres meses y medio en la cárcel, durante los cuales escribió no poco de Trilce (1922).

viernes, enero 26, 2007

Humor negro

No sé como explicar esto, porque todavía no entiendo muy bien qué fue lo que pasó. Puede ser que a veces el destino nos tire al random un episodio bizarro y poco probable que luego sirva para anécdota... lo cierto es que ayer por la noche estábamos Marcela, Mauro y yo esperando la micro (me fueron a dejar) en la esquina de Moneda y Bulnes. Todo iba bien hasta que un bus dobló desde Cumming por Moneda:

-Ahí parece que viene la micro -dijo Marcela.
-No, parece un bus, porque tiene la parte de arriba redonda -dije yo mirando la silueta oscura.
-Pero fíjense que no tiene ni letreros -comentó Mauro. Y entonces voy y le respondo:
-A mi no me digas nada, porque lo único que veo es algo negro con dos luces....

Fue así como a mi derecha, aparece un joven "de color" y me grita:

-¡¡Qué me dijiste!!

Es posible que en centroamérica... o Manhattan esta anécdota sea recurrente... ¡¡¡PERO EN CHILE!!! y eso que casi digo "una gueá negra con dos luces", si lo digo me sacan la cresta. En fin, fue inútil tratar de explicarle que yo no era una racista de mierda y que sólo me refería al bus, porque no me creyó.

¿Cómo explicarle que uno en Chile dice cosas como "la cuestión negra", etcétera, porque la probabilidad de ofender a alguien (es decir, de que se te cruce una persona de tez negra por delante JUSTO cuando lo digas) es menor que la de que te caigan dos rayos seguidos encima?. Me hubiera gustado que comprendiera lo absurdamente improbable de la situación. Seguramente se hubiera reído de buena gana... sólo espero que su "estar a la defensiva" no tenga que ver con cómo lo han tratado acá.

Por último, sólo me queda reconocer que mi principal frustración fue no poder hacerle entender de que no soy racista, y por lo mismo me siento culpable, porque él se quedó con la sensación de que una persona que no conocía, a propósito de nada lo ofendió en la calle...

jueves, enero 25, 2007

Versión libre de "Dios le Pague"

Esta es una versión libre en español de la canción de Chico Buarque llamada "Dios le pague":

"Yo les Pagué"

Por ese pan de comer y el suelo para dormir...
Registro para nacer, permiso para reír...
Por dejarme respirar y por dejarme existir...

YO LES PAGUÉ!!!

Por esa grapa de grasa que tenemos que beber...
Por ese humo desgracia que tenemos que toser...
Por dos andamios de gente, para subir y caer...

YO LES PAGUÉ!!!

Por esa arpía que un día nos va a anudar y a escupir...
Y por las moscas y besos que nos vendrán a cubrir...
Y por la calma postrera que al fin nos va a redimir...

YO LES PAGUÉ!!!